No tengo una definición específica, pues cada persona que deja huella en este órgano vital que bombea sangre, al que todos llamamos corazón, ha tenido una manera diferente de entrar, y me ha mostrado un mundo completamente diferente al anterior.. Así que, "definiré" dicho término como magia. Dulce, infantil y adorable magia. De esa que nos hace disfrutar como niños, aplaudir como focas, contemplar como hipnotizados, sonreír como bobos, asustarnos como críos y llorar como... Llorar como abandono, como descubrir que, después de toda esa felicidad, siempre ha habido un truco.
Si, la magia o el amor, en este caso, son duros para aquellos que se dedican a ello, pero hay que mirar hacia delante porque, lo bueno hay que vivirlo dos veces, y yo aún sigo haciendo el truco del dedo a los pequeños por la calle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario